Las empresas, con muy pocas excepciones, están conformadas por un conjunto de personas que realizan variadas funciones y que de una u otra manera interactúan unas con otras. Hasta hace unos pocos meses, estas interacciones eran en gran medida en reuniones presenciales, charlas formales o informales en la cafetería, el ascensor, el transporte privado o público y en los pasillos o en las oficinas. Sin embargo, de la noche a la mañana, esta dinámica cambió con la aparición del Covid-19 y las relaciones cara a cara se hicieron virtuales, a distancia, remotas, con lo cual, por un lado, eventualmente se ganó en calidad de vida para los trabajadores que pudieron continuar con sus dinámicas a través del teletrabajo, las videoconferencias, las llamadas telefónicas y la interacción remota, pero por el otro lado, en muchos casos se empezó a perder el contacto humano, la calidez, el respeto por el espacio y el tiempo de los otros y nos vimos agobiados frente a la necesidad de aprender nuevas dinámicas, nuevas realidades, simple y llanamente para conservar nuestros empleos.
La ilustración anterior busca llamar la atención sobre la fragilidad que como seres humanos tenemos frente a los cambios que distintos factores del entorno o la naturaleza ejercen sobre la sociedad, la economía, la vida laboral y el ejercicio de las actividades básicas de los individuos. Muchos de estos cambios se asocian con distintas patologías individuales y colectivas que se reflejan directamente al interior de una empresa y que suelen estar asociadas a factores internos, a factores externos y a la capacidad de manejo del estrés que tienen los individuos y se pueden manifestar en forma fisiológica cognitiva o comportamental.
Como colectivo, una empresa está conformada por un conjunto no homogéneo de individuos, con capacidades diversas, con emociones distintas, con necesidades heterogéneas y, por su puesto, con distintas habilidades para manejar los riesgos a los cuales están expuestos en su diario interactuar con los otros individuos de la empresa, de su entorno familiar, su comunidad y sus amigos.
La determinación y el diagnóstico de las condiciones generales y específicas de cada una de las empresas, de los riesgos a los cuales están expuestos sus colaboradores, de la importancia y relevancia que estos factores de riesgo tienen en el desempeño individual de los trabajadores y del colectivo como compañía, permite tener una radiografía bastante exacta de lo que acontece, o puede llegar a pasar en una empresa, si se detonan algunas condiciones en un momento específico. Puesto que la gran mayoría de las compañías, instituciones y organizaciones están conformadas por individuos, es importante que quienes son responsables por conducirlas conozcan al detalle este diagnóstico para que puedan guiar a estas empresas cuando afloren estos riesgos.
Y así como los individuos son diferentes unos de otros, así también las empresas son diferentes unas de otras a la luz de los Riesgos Psicosociales. La normatividad colombiana, particularmente la Resolución 2646 del 2008 y la Resolución 2424 del 2019, establecen parámetros para cuantificar el riesgo sicosocial que presentan las empresas y evaluarlos a la luz de distintos parámetros como el nivel, el factor de riesgo, las condiciones de salud, el bienestar y el trabajo.
Una evaluación de Riesgo Sicosocial debe ser realizada por profesionales expertos en la materia y como resultado, entregar a las empresas un diagnóstico, claro, veraz y asertivo para que estas puedan desplegar estrategias para solucionar las causas raíz de la problemática en cuestión. Sin embargo, el riesgo sicosocial no es estático dentro de las empresas, sino que evoluciona, favorable o desfavorablemente, en el tiempo, razón por la cual debe ser medido periódica y sistemáticamente con instrumentos válidos y aprobados por la legislación colombiana.
Como objetivo final, la Evaluación de Riesgo Psicosocial en las empresas busca mejorar de manera holística las condiciones de trabajo, de calidad de vida y de bienestar de los trabajadores. NO es secreto para el lector que en la medida en la que los trabajadores tengan mejores condiciones de vida y de bienestar, estarán más dispuestos, enfocados y propensos a desempeñarse mejor y a aportar más al logro de los objetivos empresariales.
Querido lector, ¿aún piensa que las Evaluaciones de Riesgo Psicosocial en su empresa son una nueva carga impuesta por el gobierno? O, por el contrario, ¿considera que, si bien siguen siendo una obligación periódica, correctamente entendidas son una excelente herramienta para tomarle el pulso a su empresa y enfocar recursos en el activo más importante que tiene, sus empleados?